sábado, 29 de enero de 2011

Comienza la cuenta atrás

   Hace un tiempo, no demasiado, poco más de un par de meses, ha empezado a sobrevolar sobre nuestras cabezas la disparatada idea de volver a tener una perrita en casa. Y es que, como bien dice el refrán, el tiempo todo lo cura...
   Después de llorar y añorar profundamente a nuestras queridas Duquesa y Campanilla, que el año pasado decidieron transformarse en ángeles etéreos que juegan a nuestro al rededor al igual que antes lo hicieron por nuestra casa, nuestros corazones empezaron a recargarse de amor para ofrecer a otro pequeño ser. Y claro, aunque negábamos cuando alguien nos pregutaba si tendríamos de nuevo un perro, cada vez lo hacíamos con la boca más pequeña.
   Así que hace dos días ha ocurrido lo inevitable: nos hemos enamorado de Tuca, una jovencita bodeguera que estaba en la perrera esperando los dos únicos caminos posibles que parten de allí, o bien una vida mejor, o bien pasar a mejor vida... Hemos querido salvarla de este último y dentro de unos días por fin estará con nosotros.
   Mis hijos no saben nada, queremos que sea un regalo sorpresa, aunque mi hija, con esa gran intuición que ha heredado de las mujeres de la familia, se huele algo, aunque no puede asegurarlo al cien por cien, jejeje... Lo que sí ha sabido percibir con una asombrosa habilidad es el nombre de nuestra perra, porque ella que hablaba de llamar Vainilla a la perrita que algún día pudiésemos tener, de pronto dice que le gusta el nombre de Tuca... Y es que lo cierto es que esta preciosa can ya tiene su espacio en casa y mi vástaga lo ha presentido con pasmosa facilidad: los lazos del amor ya han comenzado a atar sus cabos.